sábado, 6 de junio de 2009

INTRODUCCION


LOS TUXTLAS La última Selva


Fértil hasta lo inverosímil, esta tierra era conocida antiguamente como Tlalocan, “tierra de la abundancia y paraíso terrenal”. Cientos de arroyos y ríos cristalinos bajan de los cerros y desembocan en lagunas, esteros y mar para crear un verdor cuya intensidad alcanza incluso los postes secos de los cercados, que en pocos años se convierten en árboles frondosos.
La última Selva
• La región de los Tuxtlas es un conjunto natural de volcanes, Colinas verdes, fértiles potreros, selva, lagos, ríos y mar que comprende un área protegida en el sureste del estado de Veracruz conformada por los municipios de Santigo Tuxtla, San Andrés Tuxtla y Catemaco.

Cien años atrás, casi todo Veracruz tenia el mismo grado de naturaleza salvaje y poderosa que se observa en este Rincón de los Tuxtlas, sin embargo, hoy atravesamos una de las últimas áreas de selva virgen del Estado de Veracruz y posiblemente del país. • Es la estación de Biología tropical de los Tuxtlas, sustentada por la Universidad Autónoma de México (UNAM) quien con fines científicos y educativos se encarga de preservar la zona.

• Aun cuando es una noche calurosa, “la gente”, la otra riqueza de los Tuxtlas, se pasea por el zócalo, señores con guayabera, jóvenes con guitarras, mujeres con grandes sonrisas se miran al pasar y todos se saludan, pues todos se conocen. Dicen los Tuxtlecos son relajados, tropicales, dicharacheros y abiertos; son de jarana y fandango, de río y de mar.

• En los Tuxtlas se “mezclo la cultura indígena y popolucas, el cristianismo español y las creencias africanas traídas por esclavos negros fugitivos; así nació lo que se llama brujería. Las antiguas terapias indígenas, la herbolaria y la invocación de fuerzas o entidades sobrenaturales configuran aquí una tradición de magia, tanto blanca como negra. Actualmente esta actividad es turística y esta marcada por el primer viernes de marzo en que se celebra un festival internacional de brujería que reúne a practicantes y curiosos. Esta tradición convive con la religión, uno de cuyos templos mas antiguos es el de San Pedro Totogatl (1522), en Santiago Tuxtla, la Catedral de San José y San Andrés (1870), en San Andrés Tuxtla, mientras en

• Junto a toda esta rica variedad cultural, no faltan las raíces prehispánicas: los Olmecas, que habitaron la región desde hace 1200 años hasta los comienzos de la era cristiana. Su huella permanece en Tres Zapotes, sitio arqueológico donde fueron encontradas las famosas cabezas colosales que hoy alberga el museo Metropolitano de Nueva York. Cabezas Olmecas y Cabeza Colosal Olmeca

•En este lugar el agua se presenta en mil formas. Cerca de San Andrés se encuentra el Salto de Eyipantla, caída de 30 metros del río Comoapan. Esta tambien la laguna Encantada, que debe su nombre a un curioso fenómeno: Su nivel de agua disminuye en época de lluvias y aumenta durante la sequía.
La vista marítima que ofrecen los Tuxtlas es poco conocida. 100 kilómetros de costa casi virgen, con playas y altos farallones rocosos únicos en el Atlántico Norte. De ahí se llega a los acantilados de Punta Roca Partida, formaciones rocosas que la gente conoce bien, por lo que no duda en penetrar en la cueva de Lorencillo, grieta del tamaño de una iglesia que lleva el nombre de un pirata holandés que la utilizaba como escondite

• Catemaco y su laguna, el mayor espejo de agua en la región, son celebres entre los adeptos a la medicina natural tradicional. A un costado de la cuidad esta el parque ecológico de Nanciyaga, de 40 hectáreas selváticas rescatadas. Ahí esta gran parte de los chamanes que curan con ceremonias, hierbas, el temascal, barro y aguas minerales de manantial. Unas lanchas que parten del malecón pueden llevarnos a una de las nueve islas, de entre las que destaca la de los monos (poblada por primates asiáticos), y Agaltepec, selvática y con un sitio arqueológico.

•San Andrés Tuxtla, lugar privilegiado de la costa veracruzana que desde mediados del siglo XIX se convirtió en uno de los centros de producción de tabaco de mayor renombre. Pero ¿por qué los puros de San Andrés cuentan con demanda nacional e internacional comprobada? La respuesta está en el campo, en las casas de tabaco, en las fábricas de San Andrés. Un recorrido por los campos sembrados de tabaco es más que suficiente para darse cuenta de la nobleza de origen de las hojas, que una vez secas formarán la materia prima del enrollado, y ello se explica por el régimen climático de la región, ubicada en un pequeño macizo

•Las casas de tabaco (galeras), que asemejan grandes mansiones en medio del campo, bañadas por el sol inclemente, guardan las trenzas de hojas que habrán de usarse de acuerdo con su color, tamaño y forma. Visitar las fábricas, los lugares donde el tabaco en rama es transformado en lo que ha dado en llamarse habanos, es una experiencia interesante. Ahí todo transcurre como en una colmena, con la atención exacta que da la experiencia para cada parte del proceso; la selección, la talla, el toque personal que lleva cada pieza y el empaque final con los tabacos ahí dispuestos, perfectamente protegidos por las cajas de madera y hechos para que quien los adquiere pueda darse el gusto de romper cuidadosamente el sello y ofrecer, como símbolo de amistad, un puro, un habano, un San Andrés de los buenos, mientras alguien espera a que se fumen el tiempo.




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